«Eran gente de poco hablar, herméticos, en especial Julio y Emilio. El Jeros era más campechano, más cordial». Este es el recuerdo que hoy conserva Joan Manuel Serrat de Los Chichos cuando les conoció, una noche de otoño de 1982, en un concierto-mitin que el PSC había organizado en el barrio de La Mina para alentar el voto del cambio. La memoria de Serrat está recogida en el libro Nosotros, Los Chichos , de Rosa Peña y Juan Valderrama, publicado por Ediciones B.
El noi de Poblec Sec es uno de los muchos chicheros –como se denomina a los seguidores del trío–, que han querido hacer su aportación para recuperar la memoria de quienes revolucionaron la música popular de los años 70 y 80 y se convirtieron en fenómeno social. Ningún veinteañero de hoy puede poner cara de ignorante cuando oye el nombre de Los Chichos. El dúo Estopa los hizo aflorar al dedicarles una canción –especialmente a Jeros–, El del medio de Los Chichos , en su primer y exitoso disco.
FUENTE DE INSPIRACION
Si los hermanos Muñoz, de Cornellá, crecieron con esas rumbas con las que les castigaba su padre en el coche, otros jóvenes tuvieron a Los Chichos como un modelo social a seguir. Y para otros artistas consagrados –entre otros, Serrat, Sabina, Alejandro Sanz– este trío de rumberos han sido fuente de inspiración y también una imprescindible compañía en carretera.
Emilio y Julio González y Juan Antonio Jiménez Jeros se conocieron en El Pozo del Tío Raimundo, una de las zonas marginales en las que se asentó la comunidad gitana en el madrileño barrio de Vallecas. Los primeros llegaron allí desde Ciudad Real y el tercero de Valladolid. A lo largo más de 20 años vendieron más de 18 millones de discos, hicieron todas las galas imaginables recorriendo España de punta a punta en coche o en trenes de trayectos interminables. Recogieron galardones de oro y platino a espuertas, ganaron mucho dinero que dilapidaron sin miramiento pero, sobre todo, pusieron de moda un ritmo y unas letras que denunciaban la marginación social y los problemas de su gente. Como se recoge en el libro, «los Chichos pasaron, en poco tiempo, de ser los gitanos que tocaban para señoritos influyentes, a crear su propia carrera».
Todos los testimonios recogidos en el libro destacan que Jeros era el alma del trío, sus letras calaban hondo en el público. El lo sabía y llevaba años pensando en cantar en solitario. No tuvo mucho éxito. Aunque pudiera parecer lo contrario, él acabó siendo el mayor perjudicado por la separación.