El nombre de Farruquito comenzaba a sonar con fuerza, pues de él se decía que era el sucesor de Carmen Amaya, por su estilo puro y enraizado. Cada noche, después de terminar las actuaciones, los artistas se reunían en el camerino de Los Chichos, que era el más grande de los tres, a tomar una copa para relajarse.
De aquellas tertulias nocturnas que se organizaban nació un compadreo muy bonito que les unió mucho. Conocía más a las Grecas y tanto Emilio y Julio como Jero, del que eran familia directa, pero Farruquito les dejó prendados a todos con su simpatía y las ganas de triunfar en su carrera. Además, era un gran admirador de los rumberos de los que se sabía todas las canciones; cada noche, mientras ellos actuaban, él se bajaba a la sala para verles y escucharles sin perder comba.
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