Se cumple 38 años desde que Los Chichos fueron a visitar a Juan José Moreno Cuenca en el Penal de Ocaña 1 Toledo. El célebre protagonista nunca había conocido a sus ídolos y cuando se presentaron flipó nada mas conocerse en persona, en especial con el Jero

 Los Chichos fueron a visitarlo a la cárcel de Ocaña. Eran principios de los 80 y el Jero había escrito la banda sonora de la película en apenas una semana. Las letrillas, el soniquete y el color de las canciones contornearon el perfil del delincuente que provocó el parto de un género. Hacían un retrato hiperrealista de aquel pirata gitano. «Alegre bandolero», tararea Julio González Gabarre poniendo las manos sobre una guitarra imaginaria.

Recuerda aquel día, cuando los tres, la versión premium de Los Chichos, levantaban a pulso la industria discográfica del país (24 millones de discos y casetes vendidos). José Antonio de la Loma, el director de Yo, el vaquilla, tampoco daba crédito. «‘Qué coco tienes, Jeros’, decía El Vaquilla. ‘Qué coco'». La conversación está detenida frente al mirador que es el recuerdo del mito.

 El compositor del grupo arrasó con sus temas un panorama previsible. «Le pidieron dos canciones y presentó cuatro. A cada cual mejor. Libre, Ni más menos. No os podéis ir de aquí sin firmar, les dijeron», evoca Eduardo Guervos, el manager que ha pasado cuatro décadas enrolado con los muchachos de Entrevías. «Fonogram, la discográfica, sacó, a ver qué pasaba, 30.000 discos. Se vendieron en una semana».

De la Loma junto a Los Chichos y Juan José Moreno

Al tiempo, en la sede de la productora, «en Avenida de América, estábamos en el patio, nos dijeron que habíamos vendido siete millones», añade Emilio González Gabarre. «¿Los Chichos? preguntaban por allí», pone la voz ahora Julio. «‘Sí, sí, Los Chichos han vendido siete millones’. Pues necesitamos los trofeos, dije yo. Después teníamos una gala en la discoteca Siddharta [en la calle Serrano]. Allí nos llevaron tres carretillas de discos de oro y platino que habíamos acumulado en siete años».

Paseo con el protagonista antes del recital que tendría lugar en el patio

El humo del pitillo, el jersey blanco de cuello vuelto y la luz fluorescente del salón de su casa hacen de Julio un Morfeo de barrio. Apaga la colilla en el suelo. La pisa con el talón. Bebe agua. Mantiene el pulso de los años rápidos mientras los demás se muestran, más o menos, diplomáticos. Julio tiene el reprís de la leyenda, cuando entrevistar a Los Chichos era sentarse frente a los Rolling Stones cañís. Al lado de ellos todos parecen sapos.

juntaron las manos todos juntos
en el penal de ocaña Toledo Los Chichos y Juan José Moreno

Entrevista hablandode la época quinqui donde se incluyen a Los Chichos