Juan Antonio Jiménez Muñoz, conocido como Jero, llegó a Madrid en su adolescencia, donde comenzó a vender ajos con su familia. Su vida, marcada por la venta ambulante, lo inspiró a componer rumbas que reflejaban la cotidianidad y los desafíos de su entorno. A pesar de casarse joven y enfrentar múltiples adversidades, su talento como artista y su capacidad para conectar con la gente a través de la música dejaron un legado que, lamentablemente, ha caído en el olvido para muchos.

Jero se unió al trío Los Chichos, junto a los hermanos Julio y Emilio González Gabarre, y desde el poblado chabolista del Tío Raimundo en Vallecas, comenzaron su trayectoria musical con el single «Quiero ser libre». Este éxito marcó el inicio de una prolífica carrera que abarcó 15 discos de estudio en 16 años. Su último trabajo con el grupo, un álbum en vivo producido por Joaquín Sabina, salió en 1990. Tras su salida de la banda, Jero lanzó un par de discos que no lograron destacar, y enfrentó una profunda depresión que culminó en su trágico suicidio. Dejó atrás una esposa, cuatro hijos y un legado musical que ha perdurado, con sus canciones formando parte del acervo popular español y sirviendo de base para que sus antiguos compañeros mantuvieran viva la esencia chichera a lo largo de los años.

Los Chichos en 1983 posando para el cartel de promoción

En aquellos discos se encuentran la mayor parte de las canciones que conforman el repertorio de los actuales Chichos: No juegues con mi amor (Esto sí que tiene guasa, 75); A dos amigos (No sé por qué, 76); Sea como sea y Son ilusiones (homónimo, 77); Amor pecador y Calla, chiquitín (Hoy igual que ayer, 78); Odio, Vente conmigo gitano y Amor de compra y venta (homónimo, 80); Mujer cruel y Bailarás con alegría (homónimo, 81); Déjame solo (homónimo, 83); Ni tú, ni yo (homónimo, 82); y El Vaquilla, de la celebrada banda sonora original (Yo, el Vaquilla, 85). De todas formas, el seguidor medio de Los Chichos no suele conocer su discografía, y se ha acercado a sus temas con alguno de los innumerables recopilatorios: de la época de las casetes de gasolinera se cuentan casi el centenar y medio de referencias de grandes éxitos, llegando su discográfica a darles, hasta en una docena de ocasiones, los reconocimientos de Casetes de Oro y de Platino por las abultadísimas ventas. La suma total de toda su discografía ronda los 20 millones de copias vendidas.

Otro Camino. portada de su SINGLE 1981

Te vas, me dejas y me abandonas

En aquellos discos se encuentran la mayor parte de las canciones que conforman el repertorio de los actuales Chichos: No juegues con mi amor (Esto sí que tiene guasa, 75); A dos amigos (No sé por qué, 76); Sea como sea y Son ilusiones (homónimo, 77); Amor pecador y Calla, chiquitín (Hoy igual que ayer, 78); Odio, Vente conmigo gitano y Amor de compra y venta (homónimo, 80); Mujer cruel y Bailarás con alegría (homónimo, 81); Déjame solo (homónimo, 83); Ni tú, ni yo (homónimo, 82); y El Vaquilla, de la celebrada banda sonora original (Yo, el Vaquilla, 85). De todas formas, el seguidor medio de Los Chichos no suele conocer su discografía, y se ha acercado a sus temas con alguno de los innumerables recopilatorios: de la época de las casetes de gasolinera se cuentan casi el centenar y medio de referencias de grandes éxitos, llegando su discográfica a darles, hasta en una docena de ocasiones, los reconocimientos de Casetes de Oro y de Platino por las abultadísimas ventas. La suma total de toda su discografía ronda los 20 millones de copias vendidas.

Junior lleva el peso de la actuación, sus cuerdas vocales se mantienen firmes en contraste con las fuerzas mermadas que exhiben las de su padre y su tío, que permanecen venerablemente sentados cantando a los lados del escenario. También introduce casi todos los temas, jalea al público y presenta a los músicos: una hercúlea banda que incluye un trío de coristas femenino y un dúo masculino (algunos de los cuales son familia y tendrán su momento de gloria haciendo de solistas hacia la mitad de la gala), dos teclistas, un guitarrista eléctrico y uno flamenco, bajista y baterista.

El cuadro se complementa con una pantalla trasera que emite vídeos de una época que ya no existe, pero a la que ellos representan y de la que han sido sus eminentes cronistas: la de aquellos barrios sin aceras ni alcantarillados ni futuro; la de aquellos coches, los R12 y los 1430, que estaban siempre listos para huir de cualquier fechoría; la de aquellos quinquis cuya urgente chulería se ahogó en una hipodérmica; la de aquellos billares, recreativos y autos de choque donde su música reinó junto a la de otros embajadores del asfalto y el desengaño como Burning o Leño.

Cliché 1990 "Tembló pero no calló" (coloreada por forojerista)
Juan A. Jiménez Muñoz Nació en Valladolid 1951

El momento más icónico de la noche es cuando invitan al escenario a Manuel Fernández Salazar, de Los Chunguitos, separados hace ya unos años, y con una carrera llena de paralelismos, homologable a la de Los Chichos. Con su despedida, Los Chichos dejan en el panorama un hueco que será insustituible, porque los tiempos son otros, quedando para siempre su música: esa rumba de arrabal donde lo excelso y lo chabacano se dan la mano, donde se hace fuerte la poética de la marginalidad, donde las tragedias (del drama presidiario al desencanto amoroso) se envuelven en tintes festeros, y la verdad, sin artificios, canta noinonai, noinonai

Juan, A. Jiménez Muñoz 1990
Juan A. 1983 este retrato se la regaló JEROS a un buen Chichero a Angel Lolailo, A ti campeós que la vida se te fue muy pronto, pero seguro que brillas como eras, una buena persona,