En el número 49 de la calle Fuente el Sol, vivía la familia Jiménez aunque pronto tuvieron que marcharse para trasladarse a la capital con parte de la familia. hermanos, abuelo y su madre llamada Herminia, aunque también era conocida como la tía Puri.
«Nací en Castilla la Vieja, soy gitano cien por cien»
Le llamaban ‘Jero’ de Los Chichos o el chico del ‘Tío Puntas’. Pero su nombre es Juan Antonio Jiménez Muñoz y es una de las figuras más relevantes de la música española de los años 70. Autor de clásicos como Ni más ni menos, La cachimba, y muchos más, la gente desconoce que vivía en el número 49 de la calle Fuente el Sol, en La Victoria.
Bien es cierto que vivió poco tiempo en esta ciudad porque se trasladó con parte de su familia a Madrid cuando tenía siete años, después del fallecimiento de su padre, Ramón Jiménez, al que conocían como el ‘Tío Puntas’ en el círculo más cercano
Pero el alma de Los Chichos «presumía de vallisoletano», tal y como reconoce su hijo, el músico y productor Julio Jiménez ‘Chaboli’. «Hacía referencia a ello en muchas entrevistas», explica. Y también hay alguna pincelada en sus canciones.
En el tema Qué bonito que te quieran, del disco en solitario Tembló, pero no cayó, dice: «Nací en Castilla la Vieja, soy gitano cien por cien». De hecho, todavía hay parte de la familia que vive en Valladolid. Otra parte reside en Mansilla de las Mulas (León).
Ese punto de la calle Fuente el Sol hoy no es ni la sombra de lo que era cuando ‘Jeros’ correteaba por allí. Sus familiares aseguran que muy pronto se dieron cuenta de que Juan Antonio había nacido con una estrella. Y no porque prefiriera cantar a jugar al fútbol, sino porque desde muy niño demostró una admirable capacidad para «convertir en poesía» todo aquello que le rodeaba y que para el resto de personas pasaba desapercibido.
«Tenía un gran talento, era una de esas personas magníficas que nacen cada muchos años», señala su primo Enrique Jiménez, que convivió con ‘Jero’ en Valladolid en los lejanos años 50.
Quizá esa capacidad de convertir en canción vivencias cotidianas hizo que las letras del ‘Jero’ llegaran rápido al gran público. Todos podían identificarse con alguna de las letras de un autor que le cantaba al amor, a la droga, a la familia, a la alegría y al dolor.
Por ejemplo, su sobrino Mario, que ha seguido sus pasos con la publicación de un libro de poesía y la creación de la letra de alguna canción para la Niña Pastori, explica que ‘Jero’ escribió el tema Libre durante su estancia en un calabozo después de ser detenido. Juan Antonio se tuvo que enfrentar en su infancia a un golpe que marcaría su vida: la muerte de su padre. Nunca pudo olvidar la imagen de su familia velando el cuerpo en la puerta de su casa de La Victoria.
Él lo veía desde la puerta, desgarrado, porque su familia no le dejaba acercarse. «Es la ley gitana», sentencia su primo Enrique. Fue entonces cuando se fue, junto a uno de sus dos hermanos, a Madrid. Allí vivía de la venta ambulante, y de ahí procede su apodo, puesto que vendía ajos y le empezaron a llamar el ’ajero’
Pero todo cambió, cómo no, durante una juerga flamenca. Los hermanos Emilio y Julio González buscaban a alguien que les acompañase durante una actuación y se fijaron en este gitano joven con fama de cantar bien y de ser un buen letrista. La conexión fue inmediata. Los Chichos habían emergido y conquistaron al gran público con su primer disco:
Ni más ni menos (1974). Después llegaron 15 trabajos más que han elevado las ventas de discos y casetes por encima de los 20 millones. Hoy en día, 21 años después de su fallecimiento, no hay casi nadie que no conozca los estribillos de sus canciones más populares. Y mientras eso siga siendo así, el ‘Jero’ seguirá vivo.
Dicen los que le conocieron que ‘Jero’ era más bien tímido. Pero todos destacan una cualidad por encima de las demás: era generoso. Cuando el éxito y el dinero le llegó era habitual que comprara electrodomésticos a los gitanos del barrio del Pozo del Tío Raimundo, donde él vivía.
Pero también es cierto que el éxito llegó a superarle. No lo supo gestionar bien y acabó teniendo problemas con las drogas, «el maldito veneno», dice su sobrino Mario. Su trágico final, al caer desde un segundo piso después de varios intentos de suicidio, puso fin a una carrera plagada de éxitos musicales.
Varios familiares del ‘Jero’ viven en Valladolid y todos están de acuerdo en que la ciudad que le vio nacer «nunca le ha reconocido como se merece y como ha hecho con otros artistas, como Lola Herrera y Concha Velasco». Por eso piden una calle con su nombre, una propuesta que también está abierta en la página web Change.org y que algún ciudadano ha hecho llegar al propio alcalde, que se ha comprometido a estudiar la posibilidad de hacer este homenaje al autor.