LOS CHICHOS «41+1»
Sí, Lo han adivinado. La cifra 40+1 no corresponde a los años de ninguna condena. Y 48 años son los que se han cumplido este 2021 de la publicación del primer álbum de Los Chichos Y 48 de sus rutilantes primeros singles.
A finales de 1973 irrumpieron con «Quiero ser libre», que un jovencísimo Jeros había escrito bastante antes entre rejas, detenido en los calabozos de la Puerta del Sol. Tan bien se vendió en un tiempo récord que, ese mismo año, también publicarían el que sería su primer éxito masivo: «Ni más ni menos», con «La cachimba» en la cara B de sus single.
Casi cinco décadas. Ahí es nada. Durante el tardo franquismo, la transición y los años de democracia preolímpica, Los Chichos fueron algo así como los Beatles de la rumba flamenca. Reyes absolutos en incesante caudal de creatividad. ¿Y luego? Puestos a las comparaciones anglófilas, no sería tan aventurado afirmar que en el consiguiente cuarto de siglo han sido, y siguen siendo, como los Rolling Stones; también desde más o menos entonces. Leyenda inextinguible. Prueba viviente de que en lo suyo no ha habido nadie como ellos. Sus majestades Los Chichos.
Cuando se habla de conjuntos que han hecho historia en el pop y el rock español, siempre se olvida a Los Chichos. Porque lo suyo es verdadera música pop, que bebe de la rumba y el flamenco como el rock’n’roll original nació del country y el blues. Y al mismo tiempo abierta a) mundo como ninguna otra expresión cañí lo había sido hasta su irrupción: con batería, riffs electrizantes, guitarras con wah wah, remolinos de cuerdas, líneas de bajo funk, sintetizadores_
Si las canciones de Los Chichos eran ya revolucionariás en su esencia, desde el primer día las pusieron en manos de excepcionales orquestadores. Arreglos osados y arduamente criticados en su día por los purista?. Pero la vida da muchas vueltas, y lo que era tachado de hortera, hoy es el súmmum de la modernidad «avant la lettre». El estro José Torregrosa fue el principal artífice de tan visionario uai’verso sonoro, con la ayuda de eminencias como Ricard Miralles, davier Iturralde o Jesús Gluck.
40+1 no solo recopila éxitos capitales y otros que merecerían haberlo sido. Uno de los principales valores añadidos de este volumen es que todas la canciones (tanto las del doble CD como las del DVD) suenan como nunca lo habían hecho.
Cintas multipistas Originales y Track Sheets de las sesiones de grabaciones de Los Chichos (Archivos Universal Music) Antes fonogram
Remasterizadas meticulosamente por Juan Hidalgo, quien también había hecho lo propio con «La leyenda del tiempo» de Camarón. Respetando las dinámicas originales y rescatando contrastes que en sucesivas reediciones habían quedado sepultados, casi como un mar de fondo, y hoy emergen bravíos como en el momento en que se grabaron.
¿Veinticinco millones de discos? ¿Treinta? Imposible saber con exactitud las ventas acumuladas en estos 41 años. Entre otras cosas, porque muchas de ellas escapaban a los cauces de la industria y el modo en que se confeccionaban las listas de ventas. No solo agotaban sus vinilos en las tiendas, cuando al radiocassette todavía se le llamaba radios. Sobre todo, esas que aceptaban peticiones del oy que colapsaban las centralitas.
Los grandes medios tardaron décadas en considerar su valía, aunque sí disfrutaron de una estimable presencia televisiva.
En una de las ocasiones que actuaron en el programa «Aplauso» montaron tres escenarios en un mismo plató, emulando al británico «Top of the Pops» y jerárquicamente dispuestos: a un lado Rumba 3, al otro unos pujantes Chunguitos y en medio, más alto, Los Chichos. Y eso que la primera vez que fueron a Prado del Rey, al programa «Estudio abierto» de José María Íñigo, los guardias civiles de la puerta no les dejaban entrar pensando que eran tres quillos que querían colarse. Quién iba a decirles que calarían tanto entre la gente que, años después, la policía a menudo haría con ellos la vista gorda (ya sea en multas de tráfico o posesión de estupefacientes) cuando les reconocía.
Nunca abandonaron su entorno familiar y social, y del mismo modo, el éxito no les llevó a escribir canciones más acomodaticias. Al contrario. La censura franquista se desmoronaba y la censura de lo políticamente correcto no era aún dogma de fe.
La transición política la hicieron los progres, pero la social iba mucho más allá. Gitanos de marcados principios y vida descarriada fueron uno de los principales referentes de los jóvenes en el paro con padres de clase obrera. Lo gitano era un valor y Los Chichos no podían serlo más. Del Pozo del Tío Raimundo, en el entonces marginal barrio de Vallecas. En la ciudad de Madrid.
Se ha dicho que lo suyo era rumba madrileña. Y es cierto, pero la etiqueta les queda pequeña. Fraguaron algo radicalmente nuevo, mucho más que una deslocalización. Los Chichos encabezaron la evolución de un género caribeño reinventado por los gitanos catalanes.
La década anterior a su irrupción, la de los 60, la rumba que Peret propagó se había colado en todas las juergas flamencas. Y con voces como la de Bambino, ese estilo eminentemente lúdico enmarcó también convulsos dramas cantados. Los Chichos y todos esos artistas, algunos nacidos casi a la vez y otros crecidos a su imagen y semejanza, se rodearon de instrumentación rock, se convirtieron en producto pop, incorporaron motivos arábigos, adaptaron cadencias propias de la copla y la balada_ Fusión al rojo vivo.
Y de igual manera que años atrás, cuando El Pescaílla se casó con Lola Flores también se casaron la rumba y los tanguillos gaditanos, la música quinqui maridó definitivamente el compás rumbero con los más ralentizados tangos flamencos.
Cien por cien genuinos. Del tacón a la patilla. Monarcas de un estilo único e intransferible que explosionó en paralelo a otros movimientos al otro lado del charco. Desde sus semejanzas al norte con la música negra hasta la llamada «música cuarteto», en Argentina, cuyo principal artífice, La Mona Jiménez, grabó versiones de piezas como «Amor pecador» y «Amor de compra y venta». Porque, marginal o no, el amor es, de largo, el tema al que más han cantado Los Chichos. Pasa como con los mexicanos Tigres del Norte, cuyo nombre va siempre asociado al narcocorrido como si no hubiesen hecho otra cosa. En las canciones de Los Chichos, hay tanto realismo sucio como febril romanticismo. Alegría al filo de la tragedia.
TODAVÍA HAY MÁS
«…Y esto es lo que hay», se titulaba el doble disco en directo que en 1989 grabaron Los Chichos.
Lo que muchos no sabían, es que todavía había más: ocho de sus 19 piezas fueron también grabadas en vídeo. Reliquia que ha ido de mano en mano, que se ha difundido en Youtube con ínfima calidad de imagen y que ahora por primera vez se publica, fidel dignamente restaurada y con el doble disco completo y también remasterizado- en una pista adicional de audio que incluye el DVD.
«…Y esto es lo que hay» pudo verse en su momento como una operación en busca de ese prestigio y reconocimiento «serio» que durante tanto tiempo se les escatimó. Pero en realidad fue todo mucho más casual. La idea surgió de manera espontánea durante una conversación amistosa entre Joaquín Sabina y Eduardo Guervós, eterno mánager del trío y figura crucial en su carrera desde el primer momento.
Dicho y hecho. Sabina se echó al ruedo: por primera vez y sin que sirviera de precedente, produjo un disco. Y se lo produjo a Los Chichos. Por aquel entonces unos y otro tenían muy diferente parroquia. O al menos, eso podía parecer. Pero a fin de cuentas, una de las canciones que había convertido muy poco antes a Sabina en tardío artista mainstream fue «Pacto entre caballeros», donde narraba como unos quinquis le atracaron para terminar yendo con él de fiesta.
El disco contó con invitados de la talla de Carlos Cano y el guitarrista Gerardo Núñez, y por supuesto, ahí estuvo también la aportación de Pancho Varona y Antonio García de Diego.
En directo. En la sala Jácara, templo musical del Madrid de entonces. ¿Fuera de su entorno? Bueno, a un grupo incombustible, que hubo años en los que rondaron las 200 actuaciones, casi cualquier ningún aforo le era ajeno: de las cárceles donde tantas veces tocaron para los presos al mismísimo Studio 54 de Barcelona cuando era emblema de ultramodernidad.
«…Y esto es lo que hay» sería sin embargo un título premonitorio. El último disco en que Juan Antonio Jiménez Muñoz, «Jeros», fue «el del medio de Los Chichos». Pero al grupo que originalmente habían formado los hermanos Emilio y Julio González Gabarre (y al que casi dos décadas atrás él se había incorporado en principio para un simple bolo) le quedaba mucha andadura todavía.
Jeros publicaría acto seguido dos discos en solitario que pasaron casi inadvertidos. Falleció trágicamente en 1995. El mismo año que también, meses antes, había muerto Tina de Las Grecas. ¿El fin de una era? Probablemente, pero Los Chichos siguen ahí.
Con Emilio y Julio, como siempre. Y con un hijo del primero, Emilio González García «Junior», como voz principal en todos los discos posteriores a «…Y esto es lo que hay». 41 años ya. Suma y sigue, que dirían unos de sus más aventajados alumnos. Leyenda viva.
Créditos «… Y esto es lo que hay»
Guitarras eléctricas: Antonio García de Diego / Pancho Varona Guitarra española: Gerardo Núñez, por cortesía de Grabaciones Accidentales, S.A. Teclados: Toni García / Antonio García de riego Batería: Sergio Castillo Percusión: Wally Frazza / Esther Godinez Metales: Javier Paxadiño por cortesía de Grabaciones Accidentales, S.A. /José Luis Medran (Coros: Aracell Borja / Nieves González / Isabel González) Dirección Musical: Antonio García de Diego / Pancho Varona Ayudante de Producción: Antonio García de Diego / Pancho Varona Coordinación: Encarna Baena Grabado en directo el 20 de Abril de 1989 en la Sala «JÁCARA» udadrici) por «EL CAMIÓN» Ingeniero de grabación: Carlos Martos Post:producción y mezclas: Estudios EUROSONIC (Madrid) ingeniero de sonido: Luis Villenas Audio remasterizado durante Septiembre 2014 por Juan Hidalgo en Mastertips (Madrid) Con: Joaquin Sabina Carlos Cano • La Luna Les Canta • Gerardo Núñez Es una producción de Universal Music Spain S.L. dirigida y realizada por Joaquin Sabina
El Mito llamado Chichos
¿Quién no conoce la leyenda de Los Chichos, ese grupo de flamencos formados en la actualidad por dos hermanos y un hijo y que presumen orgullosos de mantenerse vivos durante más de cuatro décadas de carrera musical ?. En sus comienzos fueron todo un portento de músicos, algo fuera de lo común frente a los otros rumberos de la época que cantaban otro tipo de estilo músical en sus letras. Los Chichos marcaban con un sello propio con unos ritmos trepidantes y marchoso acercándose al mundo oscuro sin temor a las reprimendas de los mas negados de la sociedad, puesto que esos mismos los consideraban la banda sonora de sus vidas. LOS CHICHOS pueden presumir sin ruborizarse que de las rumbas son los auténticos dueños, pero sobre todo de las calles. Reyes del Cassette.
Con 22 millones de copias vendidas por todo el mundo a lo largo de su carrera derivados de los 22 álbumes grabados en los estudios ( Philips y Fonogram S.A), ahora (Universal Music ), alabados y criticados por la crítica nacional, y núnca reconocidos por la Industria Musical del disco, cuentan en su particular haber con varios formatos musicales llegando a obtener, 12 Cassettes de Platino, 10 Discos de Vinilos de Oro y 12 de Platino, + dos discos Cd´s de Oro, + uno de Platino del álbum Hasta aquí hemos llegado (2008), y otro por descargas digitales y todo esto sin contar los Discos de Oro y Platino de sus recopilaciones, que como no, también tienen su sitio en la historia del grupo. Se puede decir que Los Chichos son como un prototipo de fórmula 1 aún sin inventar dado que no hay palabras para definir lo que han significado para la rumba española. El grupo rumbero tuvo su asiento en el barrio donde se criaron, Pozo del Tío Raimundo (Madrid) sus letras son historias verdaderas y hechos reales con las que han convivido de cerca y los han acercado a una sociedad que se veía consumida por los estragos de las drogas sin márgenes de edades ni condiciones. Un calvario por donde muchas madres pasaban años a las puertas de las cárceles viendo como sus seres queridos se consumian y perdían su juventud entre rejas, pero lo mas triste era verlas después vestidas de negro con la mirada triste y perdida y caras desencajadas como la que acababa de perder a un hijo.
Los Chichos también se acercaron a la convivencia familiar, el conflicto de pareja y de la amistad, (el amigo que te traicona), e incluso pusieron música y voz a la delincuencia y a las calles, ese otro lado oscuro de la noche que lo dominaban los chulos y a esas pobres mujeres que tenían que mantenerlos por miedo a las palizas y amenazas que éstos les propinaban sin compasión alguna. (La prostitución). Pero pongamos un poco de sentido alegre a todo esto, por que ellos no solo compartian penas y llantos, también tenían cavidad para unas rumbitas con mucha marcha y alegrías y unos estribillos que marcaban ritmos dignos de discotecas de lo mas sabroson y bailables, prueba de ellas por citar algunas canciones, Noches de Barcelona, Bailarás con alegría, Vivía errante, Regálame tu pañuelo, o la propia Ni más ni menos del 74, y como no, el popurrí que fue todo un éxito en las noches de fiesta. Sea como fuere, Los Chichos se mantienen vivos a pesar de estar a punto de cumplirse los 42 años de musical sobre los escenarios, y aunque ya no eran lo que fueron….
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